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Marcos y el lago
















Marcos contemplaba el lago con los ojos muy abiertos. En el agua, se reflejaban infinidad de estrellas. Una sonrisa dibujó su rostro sonrosado y mofletudo de ocho años de edad.
Rápidamente, corrió a su casa y nadando en la silenciosa oscuridad de la noche, logró rescatar la caña de pescar con la que acompañaba a su padre todos los domingos.
Se acercó de nuevo a la orilla del lago y, con sumo cuidado, introdujo el anzuelo en el agua estrellada.

Ya casi estaba amaneciendo y Marcos no había pescado nada. Con temor a que su madre se hubiera percatado de que el bulto que había bajo las sábanas era una simple almohada y no su amado hijo, Marcos decidió volver a casa, arrastrando los pies y, con ellos, su inocente alma.

El temor se confirmó cuando, al llegar a la casa, divisó a su madre en el marco de la puerta, ataviada con una bata roída por los años y sujetando una vela casi tan deshecha como su corazón:

- ¡¿Dónde te habías metido, hijo?! ¡Estaba preocupada! -le recriminó en cuanto estuvo lo bastante cerca.
- Lo siento, mamá. Estaba pescando... -contestó él, titubeando en susurros casi inaudibles.
- ¿Pescando a estas horas de la madrugada?¿Sin luz?¿Y qué pensabas pescar, eh, tonto?

Marcos se echó a llorar en un berrinche infantil sin igual. La madre, arrepentida por su actuación, retrocedió y recobró su dulzura natural, abrazándole y acariciándole el pelo con mimo.

― Quería pescar una estrella, mamá. Con su luz podríamos alumbrar la casa de noche y ya no necesitaríamos de más velas para poder ver en la oscuridad. Pero pasé allí horas y horas y al final no la pude pescar... -le explicó Marcos a su madre, entre sollozos.

La madre, sorprendida y acongojada al escuchar el tierno testimonio de su hijo, rompió a llorar en otro berrinche frustrado. Marcos interpretó el llanto por tristeza al no haber pescado la estrella y aquello le dio más fuerzas para continuar:

― No te preocupes, mamá. Ya pasó. Mañana por la noche, cuando las estrellas vuelvan a bajar al lago para darse el baño, estaré allí aguardando. Ya pasó. Ya pasó.


8 lectores opinan:

FERNANDO SANCHEZ POSTIGO dijo...

me ha gustado. Escribes muy bien. Besos.

Calvarian dijo...

Preciosa historia llena de inocencia. Quién pudiera atrapar una estrella y quedarse con su luz...
Bésix

La ladrona de besos dijo...

Me encanta.
Y a proposito he entrado en tus otros dos blogs, me parece muy bien todo lo que allí posteas y tal sobretodo el blog que también es para niños.
Es que a mi me encantan los pequeñajos y todo lo relacionado con ellos :)

La sonrisa de Hiperion dijo...

Encantadora te ha quedado la historia... llevaba ya tiempo sin pasar por aquí, pero por aquí me tienes...

Saludos y un abrazo.

Jaime dijo...

Genial!
Me ha encantado :D

Jaime dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
madroca dijo...

Un realto lleno de sentimiento, de ternura, y a la vez con una vitalidad innata en esa inocencia que nos hace acometer acciones que solo son posibles a los ojos de un niño.
Precioso texto.
Un saludo

LorenAA' dijo...

Que artista estás hecha ^^
ya me veo de mayor leyendole a mis hijos historias de las tuyas :)
un besiitoo sarAAAAAAAA (L)!

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