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Cuando el Amor se marcha con vuelta abierta


 

Porque cuando el Amor se marcha, queda un vacío más abstracto aún que el término. Tenemos durante un tiempo la sensación de que nos falta un brazo, una pierna, un ojo... Nos invade la soledad. 

Hace ya tiempo que tenía ganas de hablar sobre este tema. Las relaciones de pareja no son ya lo que eran. Pocas parejas duran toda la vida como antes, ni sin hijos ni con ellos de por medio. Nos hemos vuelto poco tolerantes al otro, poco dóciles. En la búsqueda de la independencia de la mujer, a los hombres parece también habérseles contagiado cierta adicción a la individualidad.

El respeto y la comunicación parecen estar de vacaciones forzadas y, sin ellos, la vida en pareja no puede seguir con la misma facilidad. Es así como el Amor comienza a desgastarse; es de esta manera en la que decide sacar un billete con vuelta abierta y desaparecer.

Lo más llamativo de su desaparición es la rapidez con la que lo hace. No suele despedirse, ni preparar maletas durante largo tiempo. Sólo se despedaza de golpe un día, se da cuenta de que no puede arreglarse, y se marcha.

Y probablemente lo más angustioso de todo no es su ipso facta ausencia, sino esa vuelta interrogativa, la espera del Amor restaurado de nuevo en nuestras vidas.

El tedio que genera la espera de ese Amor que nos permita amar y ser amados es muchas veces infumable. Algo que mucha gente desconoce es que los sentimientos están ligados y viven bajo el mismo techo. En numerables ocasiones, para tener uno debemos haber conseguido otro anteriormente.

Y eso, en definitiva, es lo que hace el Amor cuando se marcha. Dejar que el tiempo restaure otros sentimientos para definir la vuelta y no tener que marcharse de nuevo sin avisar.

Y es que, al final, el único fármaco que podemos recetarnos para curar nuestras heridas en profundidad es el Tiempo. No hay otro más eficaz.

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