Hoy debería llover a mares.
Nuestro mundo tendría que llorar y limpiar los cuerpos de maldad de aquellos que
trafican con niñas y mujeres, conciertan matrimonios ilegales, consideran la
ablación un acto necesario y bueno.
Sería justo que la tierra
mojada tiznase a aquellos hombres que ponen en duda su superioridad alzando la
mano sobre una mujer, o llenando de violencia verbal cada milímetro de sus
cuerpos. Para los asesinos, esto no bastaría. Nada bastaría para ellos.
También tendría que llover
sobre los medios de comunicación, responsables de que el género femenino deba
cumplir unos estándares de belleza para, simplemente, existir. Responsables
también de causar a muchas jóvenes trastornos alimenticios —el 90% de casos que
padecen anorexia son mujeres— para seguir este ideal de belleza.
Podría llover, ya que estamos,
sobre todas las empresas de moda y cosmética, que no paran de lanzar a las
mujeres mensajes como “bella, hermosa, dulce, cariñosa…”, mientras que a los
hombres les otorgan otros adjetivos: “valiente, decidido, atrevido,
chulo…”.
Podría llover sobre todas
aquellas personas que emplean el lenguaje de modo no igualitario: una mujer
soltera es “solterona”, pero un hombre soltero es “soltero de oro”; una mujer
que se acuesta con muchos hombres es una “puta, guarra, calientapollas”,
mientras que en el caso contrario, hablamos de “Don Juan, crack, ligón”.
De igual modo, debería llover
sobre la industria musical, largo y tendido, sobre las protagonistas de
canciones que callan, toleran violencia e infidelidades, se muestran sumisas
ante el hombre dominante o, lo que es peor, van tras él, como si el mundo
dejara de existir sin su presencia. Que las nubes inunden el reguetón machista,
pero también el resto de géneros musicales que por un segundo o un minuto, de
manera rítmica y melódica, hagan creer a cualquier mujer que vale menos, que
importa menos, que es menos.
Que siga lloviendo sobre el
trabajo en el que una mujer, por ser mujer, cobra menos que el hombre. Que
llueva sobre aquellos que despiden a mujeres embarazadas o no contratan a
aquellas que deseen tener hijos e hijas.
Que diluvie por toda la lucha
de las mujeres: las pasadas, las presentes y también las futuras.
Inundemos de igualdad este mundo
para que un día, no exista este día. Para que un día, de verdad, podamos decir
bien alto que, al fin, lo conseguimos.