Si hay un sentimiento difícil de controlar y superar, ése es el miedo. Los seres humanos tenemos miedo a todo: a lo nuevo y desconocido, a repetir errores pasados, a perder a nuestros seres queridos, a quedarnos solos.
El miedo forma parte de nuestras vidas desde
que tomamos consciencia de lo fácilmente manipulables que somos para el
destino. La mayor parte de las cosas que nos suceden en la vida escapan a
nuestro control. Sí que es cierto que contribuimos en mayor o menor medida a
que sucedan, pero nunca somos autores principales de ello.
El miedo a lo desconocido y a lo nuevo nos
recuerda esto en letras mayúsculas. Cuando al fin nos sentimos a gusto en el
entorno que nos rodea y empezamos a estar seguros, el acontecimiento más
trivial provoca un giro de 360º y nos obliga a enfrentarnos de golpe a nuevas
situaciones y a nuevas personas.
Es comprensible que el miedo nos invada. En la
teoría, lanzarse a la piscina cuesta poco de decir. No vamos a sufrir un corte
de digestión o una lesión por el simple hecho de decirlo. En la teoría impera
la valentía. Es en la práctica cuando surgen los “Y si…”.
Hace poco vi una película, “Cartas a Julieta”.
De ella quiero destacar el siguiente fragmento. A alguien más pareció llamarle
la atención, pues lo he encontrado tal y como quería en Youtube:
Siempre hemos de ser capaces de bloquear
nuestros miedos. Darles demasiado protagonismo es dejarles que vivan por
nosotros.
Y en tu vida, el único protagonista eres tú
mismo.
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